Honda sigue la máxima de: cuándo algo funciona, no lo cambies.
Una vez superada la barrera impuesta por el precio de sus modelos en México con respecto a sus rivales, es fácil entender por qué vehículos como la CR-V, son favoritos entre los mexicanos.







Para el año-modelo 2026, la consentida SUV no cambia detalles estéticos, al menos no de manera realmente visible, sino que añade una nueva versión tope, que busca mejorar la excelente propuesta de su modelo híbrido, añadiendo lo que muchos pedían: tracción a las cuatro ruedas.
Así nace la versión Sport Touring, cuyas diferencias estéticas apenas son visibles al frente, con las tomas de aire verticales en la parte baja de la fascia, ahora con terminado negro brillante (en lugar del plástico metalizado de la Touring), que se combinan con espejos rines, rieles de techo y hasta emblemas con el mismo terminado. Mientras tanto, en la parte posterior, se añade una moldura de terminado metalizado en la defensa para diferenciarla. El único delator de su tracción integral, es una pequeña calcomanía “AWD” por debajo del medallón.







Por dentro, las cosas tampoco cambian, con la presencia del gustado tablero horizontal con su rejilla simulada que oculta las verdaderas salidas de aire y la incorporación de un sistema de infoentretenimiento con pantalla de 9” en todas las versiones (la básica antes tenía 7 pulgadas), acompañados del conocido cuadro de instrumentos digital de buena legibilidad, el gran espacio en cabina y la presencia de 10 bolsas de aire y ADAS en todas las versiones.
Plataforma estrella

Para comprobar las bondades del sistema de tracción integral, el primer contacto nos llevó por la desafiante y hermosa carretera de “La Rumorosa”, en Baja California, levándonos del extenuante calor de Mexicali a la idílica región de Valle de Guadalupe.
Cabe resaltar que el sistema de tracción integral en la CR-V híbrida sí cuenta con una conexión física hacia el eje trasero, con una activación automática cuando los sensores del vehículo deciden si se requiere del apoyo de las ruedas traseras, como sucedió en muchas de las curvas de nuestro trayecto. El sistema es imperceptible (salvo por su notable estabilidad), pero muestra el nivel de propulsión de cada rueda en el tablero digital, para hacernos saber que está en funcionamiento, resaltando el aplomo y la falta de vibraciones o nerviosismo, incluso cuando se circula ritmos más alegres.

De esta manera, CR-V se mantiene como un modelo con una estabilidad y comodidad ejemplar, capaz de conquistar a muchos por su espacio o manejo, sobre todo, por una facilidad de uso en general muy bien resuelta y sin complicaciones.
Desafortunadamente esa barrera del precio se acerca peligrosamente al millón de pesos (Sport Touring $985,900), lo que la aleja del bolsillo de muchos. Y de su competencia.
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