Sergio Oliveira
El público mexicano parece tener sentimientos encontrados con relación a la ola de marcas y vehículos chinos que ha invadido al país en los dos años más recientes, especialmente en 2023. Por un lado, cerca de 20% del 1.37 millones de autos nuevos vendidos fueron fabricados en China. Por otro, en las redes sociales vemos manifestaciones constantes de críticas hacia esas marcas y modelos, muchas con un rechazo casi tribal o religioso, como un aficionado chiva miraría a un americanista en pleno fervor de un clásico nacional de futbol. Expresiones como: “Jamás caeré tan bajo como para comprar un chino” o “nada de lo que viene de China es confiable”, se leen con tanta frecuencia que ya entran al territorio del aburrimiento. La realidad es que comprar un auto chino en México en estos días tiene, como todo, ventajas y desventajas.
Empecemos por aclarar que hacerse de un auto de lanzamiento reciente en el mercado, es un riesgo mayor que comprar uno ya existente, debido a que los inevitables problemas del inicio de producción estarán en su momento máximo y que el tiempo en el mercado es lo que hace que vayan siendo ajustados en planta y no tanto en las manos de los clientes.
Si hablamos de una marca nueva, ese riesgo es aún mayor, puesto que la red de distribuidores y la logística para reparto de refacciones en esa incipiente red, aún está en desarrollo. Y entre las marcas que ofrecen productos chinos, las más antiguas (considerando las que siguen en operación) son BAIC, luego MG, seguida de Chirey. Pero Chevrolet también tiene mucho tiempo de ofrecer vehículos chinos y con la ventaja de ofrecer una red amplia, más que ninguna china.
En algunos casos, vemos productos con sistemas de comunicación y entretenimiento con errores de traducción, sea al español o al inglés, sin que realmente este sea un problema mayor. En sus versiones básicas, marcas como JAC, Geely o Chirey, por ejemplo, no ofrecen la misma seguridad que en las más equipadas, aunque esto no es exclusivo de las chinas, ya que marcas como Suzuki, Mitsubishi o Renault, por ejemplo, usan la misma estrategia.
Ventajas y en qué fijarse
Ese 20% del mercado que compró autos chinos, vio en ellos virtudes que muchos se rehusan a ver, pero aún el más recalcitrante de los “chinófobos” reconoce que, comparados a vehículos similares de la competencia, los chinos cuestan menos y tienen más inventario, al menos que algunas de ellas. Lo que ya no les gusta reconocer es que ofrecen más equipo y con frecuencia mayor espacio y potencia que sus rivales.
Ese mayor inventario se debe no solo a que China es el mayor fabricante de autos y de autopartes del mundo. Ellos también logran, en México, que sus autos se detengan menos tiempo en aduanas y en el traslado a sus agencias, para desconsuelo de algunos rivales que consideran que los chinos generan un aumento del costo de la logística al pagar más por los trenes y madrinas. Tal vez sea cierto, como tal vez exista ese incentivo de parte del gobierno chino -una especulación hablada de forma reservada- para permitir que sus productos se ofrezcan a un precio más atractivo al mercado, pese a los aranceles que pagan.
¿Lo barato sale caro? ¿Comprar un chino significa arriesgarse a quedarse sin auto en caso de necesitar autopartes? Es posible que sí, pero no solo los chinos. El diario inglés The Guardian contó en octubre pasado algunos casos interesantes, como el de Ruth Joad, que tuvo que esperar cuatro meses por una defensa de su VW. O el de Mark Ellis, que esperó siete meses por el faro de un Mercedes-Benz que tuvo que ser substituido por una falla. Y eso que Alemania está mucho cerca de Inglaterra que se nosotros.
En Estados Unidos, según Spectrum News, de Cincinnati, la espera por una bolsa de aire de GM es de más de un año, algo agravado por la huelga del sindicado de la industria estadounidense, que duró más de dos meses entre septiembre y noviembre pasados.
Como en todo, hay ventajas y riesgos. Pero el hecho de que sigan llegando cada vez más marcas chinas a México, es una buena noticia para el consumidor, quiere éste un auto chino o no, porque la competencia obliga a los rivales a reaccionar, como Suzuki y Mazda, que ya bajaron sus precios. Lo bueno es que esto está solo empezando.
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