Sergio Oliveira
A todos nos gustan las bondades que la conectividad otorga a nuestros coches. Ya no es necesario anotar en una libreta cuando hay que llevarlo al servicio, por ejemplo, porque sus pantallas se encargan. También te informan cuando hay un desperfecto. En Europa, por ejemplo, los autos son capaces de leer las señales de tránsito y avisar al conductor sobre los límites de velocidad en cada tramo de su traslado. Para que pueda hacer esto, es necesario que el fabricante sepa exactamente dónde estamos y a qué velocidad circulamos y esto es una información que no necesariamente, o al menos no siempre, nos gustaría compartir. No es todo, ni es lo peor.
Claro que los fabricantes se protegen afirmando que no venden nuestra información a terceros y tal vez sea cierto, pero es posible que la “presten” por ejemplo, para las aseguradoras, que están empezando en algunos países a basar el costo del seguro en la forma de manejar de cada asegurado. La consultora estadounidense McKinsey calcula que, en 2030, cuando se estima que 95% de los vehículos serán conectados, la información de los usuarios de automóviles será un negocio de 250 mil millones a 400 mil millones de dólares anuales.
En algunos casos, es posible para el conductor rehusarse a compartir la información. No será fácil navegar en la configuración de tu auto para hacerlo, pero sí es posible, casi siempre. Con algunas marcas, como Tesla, el que opte por esto recibirá un aviso en el que resaltan que el auto puede “tener funcionalidad reducida, daños serios o quedar inoperables”. En otras palabras, si quieres tu Tesla, más vale que aceptes que tu información, al menos toda la generada en tu auto, está comprometida.
Los autos tienen cámaras y no me refiero solo a la de reversa. En muchos casos hay otras, que no vemos y que nos graban a nosotros, al igual que micrófonos que también graban todo lo que platicamos con otras personas que estén en el coche o con quienes hablemos por teléfono.
Sin secretos
La fundación estadounidense Mozilla, en un estudio publicado en septiembre de 2023 por la NBC, afirmó que los autos tienen cámaras que puede “ver” dónde estuviste y con quien estuviste, además sobre qué hablaste, si es que hablar fue todo lo que hiciste en el auto.
Según ese estudio, 19 marcas afirmaron tener derechos de vender nuestra información. Y vaya que saben mucho. Una de las marcas afirmó que no solo tienen nuestro número de licencia, saben nuestro estatus migratorio y hasta nuestra preferencia sexual, aunque no dijeron cómo lo saben.
En abril del año pasado, salió a la luz que empleados de Tesla se burlaron entre ellos de imágenes de clientes de la marca, entre ellas un hombre que se acercó desnudo a su coche. El caso llegó a la justicia de California.
La privacidad es un tema realmente serio y preocupante, que puede exponer a varios y causar problemas laborales y familiares, pero la mayor preocupación del gobierno de Estados Unidos ahora es la seguridad nacional, debido a la elevada sofisticación electrónica de los chinos, por lo que ya anunció que en el próximo otoño vendrán más medidas en contra de sus autos que sí, algunos se venden en el vecino del norte, pero también los producidos localmente usan software y hardware chinos, como los “lidar”, usados para navegación y prevención de accidentes.
Sí, la conectividad tiene muchas bondades, como la localización de tu vehículo después de haber sido robado, lo que facilita la recuperación. Los sistemas ADAS (Advanced Driver Assistance Systems), que nos ayudan a frenar automáticamente, a mantenernos en nuestro carril, a seguir el auto adelante de nosotros y hasta a reconocer el camino sin que toquemos el volante, son funciones que nos ayudan a mantenernos vivos mientras circulamos. Pero el precio a pagar por todo esto no es solo la cantidad de dinero que transferimos a la cuenta de nuestro distribuidor, es también es riesgo de que alguien más sepa quien somos, dónde vivimos y hasta qué nos gusta hacer.
Mucho se habla de los teléfonos inteligentes, que cuando hablamos de un producto inmediatamente muestra una publicidad de algo similar, pero comparados a ellos, nuestra información es mucho más vulnerable en el auto y no hay mucho que podemos hacer para protegernos, salvo andar en un coche antiguo, de los que aún no habían sido invadidos por la electrónica y, menos, por internet.
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