La capital japonesa fue testigo del mejor salón de la última década
Cuando Nissan destapó el Hyper Force en el piso principal del Big Sight, el edificio que abriga el salón del automóvil de Tokio, no estaba solo exhibiendo las que posiblemente sean las líneas y la ingeniería del futuro GT-R, sino que estaba mostrando que el mundo absolutamente dominado por las SUV, está finalmente por terminarse. Y no fue la única buena noticia de la semana.
El Hyper Force fue la muestra extrema. Un auto eléctrico con la brutal fuerza de 1000 KW, equivalentes a 1,340 HP y tracción integral, que ejemplificó tres tendencias: el regreso de los deportivos en el futuro no muy lejano, el fortalecimiento de los eléctricos y la menor importancia de los SUV y crossovers, que se vio también en otras marcas. Claro, en el mismo stand de Nissan, que celebró sus 90 años de vida, estaban presentes la miniván Hyper Tourer, pensada para ser una familiar autónoma y con un diseño extravagante, que solo hace sentido en oriente, además del crossover Hyper Punk, que parece un “origami” sobre ruedas, que resulta mucho más agradable a la vista en vivo que en fotos.
Toyota también levantó la mano con el más que atractivo FT-SC, un concepto deportivo del que no dio más detalles, pero que se veían los escapes, o el lugar para ellos, indicando que el mañana no solo será movido por baterías.
Subaru fue otra que no mostró ninguna nueva SUV, sino un coupé llamado Sport Mobility Concept y un “auto volador”, una especie de “dron” que casi grita, como Doc Brown en “Volver al futuro”, que a donde ellos van, no se necesitan carreteras.
Más conceptos y menos camionetas
Infiniti también mostró que considera que los sedanes estarán de regreso con el propositivo Vision Qe, que conocimos la noche anterior al que el salón abriera sus puertas. Suzuki dejó ver el Swift Concept, que está muy cerca del producto real que reemplazará su exitoso hatchback.
Las únicas marcas occidentales presentes fueron BMW, que mostró el i5, su Serie 5 eléctrico que sigue la tendencia de diseño de difícil digestión de la marca, además de la nueva X2, que no eran lanzamientos globales, sino novedades para el mercado japonés. Y Mercedes-Benz presentó un concepto de Clase G eléctrica, que probablemente por el elevado peso que tiene un vehículo como ese movido por electricidad, no tenía neumáticos para todo-terreno.
Pero el auto que realmente se robó las miradas en el salón fue el elegante, limpio, impecable Mazda Iconic SC, que muestra cómo será en el futuro su más que icónico MX-5.
Más allá del festival de conceptos, de alternativas de movilidad como bicicletas eléctricas y hasta la presencia del Honda Jet, el avión ejecutivo de la marca nipona que también mostró el eléctrico Prologue, que deberá ser hecho en México junto con GM, la edición que marcó el regreso del salón de Tokio luego de la pandemia, volvió a prender esa chispa que no se veía en muchos años en ningún salón: conceptos, sorpresas y muchos, muchos periodistas de todo el mundo, ávidos por una casi imposible buena foto de las novedades. El Tokyo Mobility Show rescató lo que los salones tenían de mejor: dejarnos a todos discutiendo sobre lo visto, pero más que nada, sobre qué manejaremos mañana.
Sergio Oliveira/Tokio
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