Sigue siendo el sedán de entrada de la marca Dodge, pero ya está un escalón arriba
Olvídense de aquél sedán para las masas que Dodge ofreció en México desde hace varios años. Pero también saque del recuerdo el auto poco equipado y menos capaz de antes. El nuevo Attitude creció y mejoró, aunque también subió de precio.
Ante la falta de un producto en el segmento de los subcompactos, Stellantis fue a buscar ayuda en Asia. Hace años acudió a Hyundai y de ahí trajo el Atos (by Dodge, como decía en la carrocería), el Verna y luego el Attitude, que en realidad era un Accent. Luego fue a Mitsubishi y puso su logotipo en un Mirage. Ahora le toca el turno al GAC Empow, que eleva el auto en tamaño y capacidades, dejando la fiabilidad a esperar por la infalible prueba del tiempo.
Estéticamente el nuevo Attitude es agradable a la mayoría de los ojos. Dodge le puso la parrilla y mantuvo lo demás. Es lo que hoy se llama un cupé de cuatro puertas, con una linea de techo que baja hasta la tapa de la cajuela. Se ve bien, pero quita espacio de subir y bajar objetos. Lo ideal hubiera sido hacerlo un liftback, es decir, que el medallón se levantara junto con la tapa de la cajuela, que solo tiene 375 litros de capacidad.
El espacio interior es generoso. Los acabados son buenos y en la versión GT que probamos, con precio de 488,900 pesos, el equipo es sobresaliente, con asientos de piel con ajuste eléctrico, quemacocos, pantalla con CarPlay y cámara de reversa, tablero acojinado y cargador inalámbrico, entre otras amenidades.
Manejo y seguridad
Todas las versiones tienen seis bolsas de aire, ABS, control de estabilidad. La más equipada ya cuenta con ADAS como control de crucero adaptativo, frenado automático de emergencia, alerta de tráfico cruzado y asistencia para cambio involuntario de carril, entre otras.
El motor es como la receta china: 1.5 litros turbo. Eroga 164 caballos de fuerza y 184 libras-pie de torque. Pese al marcado turbo lag, una vez en movimiento el Attitude se desempeña bastante bien, es ágil y fácil de conducir, con dirección y frenos cumpliendo su función con eficiencia. La caja de doble embrague de siete cambios funciona bien usada en modos eco, confort y sport, en sport+ pasa a ser un poco nerviosa. También hay modo individual. La suspensión es más cómoda que deportiva, sin inclinación excesiva de la carrocería.
El detalle de haber subido de precio y dimensiones es que ahora se compara a rivales más duros. En solidez, no llega al nivel de Sentra, Mazda 3 o Corolla, aunque por motor se sienta más ágil que estos. Contra Civic y Jetta la distancia es mucho mayor, hablando de sensaciones. El Attitude se siente “coche chico”. Cuando cierras la puerta también escuchas ese menor refinamiento.
Pero tiene su lado juguetón. A algunos les encantará el inmenso alerón trasero, aunque le quita elegancia. Las cuatro salidas de escape no solo son reales, son activas. Presionas un botón en el volante y el auto muestra, valga la redundancia, más “actitud” deportiva, aunque sea solo por la trilla sonora.
Es, sin duda, mejor que antes. También ofrecerá más potencia y equipo que casi todos en su segmento, lo que resultará más atractivo para muchos. El estigma de ser chino ya ha sido roto en la misma Dodge, por la Journey, que también es GAC. Así que, veremos si la tendencia se mantiene y la gente le perdona el acta de nacimiento.
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