El nuevo crossover subcompacto de Nissan resultó un urbano con espíritu libre
Juzgue un auto por su ficha técnica y correrá el riesgo de cometer una imprecisión, para bien o para mal. El Nissan Magnite es uno de esos. Es chico, alto y relativamente angosto. Súmese un motor de tres cilindros con 1.0 litros de desplazamiento y cualquiera dirá que no es capaz de salir de la ciudad. Error.

Atendiendo a invitación de Nissan Mexicana, condujimos el Magnite desde Querétaro a San Miguel de Allende. Cerca de dos horas de camino, la gran mayoría de carretera. Para hacer que uno pensara aún más que no le iría tan bien en ese ambiente, el auto venía en su versión con caja automática, tipo CVT.
En ciudad, las cajas automáticas resultan más cómodas, obviamente. Uno no necesita trabajar con tercer pedal ni estar atento a los cambios hechos con nuestras manos. Pero las automáticas a veces no se llevan tan bien con los motores turbo, principalmente las de cambios continuamente variables, las ya famosas CVT. El tema es la demora para que las revoluciones del motor suban al punto de llegar al momento máximo de torque, muy necesario cuando el número no es tan abundante — en el caso, 118 libras-pie— o está ubicado algo lejos del ralentí. En el Magnite el par motor máximo se encuentra entre 2,200 y 4,400 rpm. Cuando se necesita llegar rápidamente de 700 a 2,200 rpm para entrar a una vía rápida, la espera es larga y en ese caso, la CVT no ayuda, todo lo contrario. Pero en carretera, con ese motor, el Magnite estará prácticamente todo el tiempo dentro de ese rango óptimo de entrega de torque y resulta un auto que si bien adjetivarlo como divertido sería exagerar, decirle ágil no es para nada lejos de la verdad.

El Magnite resultó a gusto en un ambiente que no parecía ser el suyo, incluso con cuatro personas a bordo. Era posible hacer rebases, subir pendientes largas sin perder demasiada potencia, incluso entrar en curvas en la que una suspensión trasera de eje rígido no nos hubiera hecho imaginar posible. Ojo, no estamos afirmando que ya se le puede colocar unas calcomanías Nismo en su carrocería o hacerlo competir con el Z, pero para un auto con sus dimensiones, características técnicas y precio, el Magnite muestra una intimidad con las carreteras que al menos nosotros, no hubiéramos esperado.
Sergio Oliveira/ San Miguel de Allende
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