Sergio Oliveira
La semana pasada, Bloomberg dijo que el gobierno mexicano está a punto de anunciar la imposición de aranceles a productos importados de China, particularmente al calzado, los textiles y los automóviles. En teoría suena a una buena idea. Se trata de proteger la industria local, porque la vocación económica mexicana es similar a la de China: producir bienes para exportación. Claro, la diferencia de escala entre ambos países es tan brutal, que es inútil compararlo. El tema con la industria automotriz es más complejo que en las demás, hasta porque es una industria mucho más amplia y llena de variables. Poner aranceles a los chinos puede ser una idea muy buena o una terriblemente mala, dependiendo de cómo se haga.
La Presidenta Claudia Sheinbaum ya dijo que las inversiones automotrices chinas son bienvenidas en México, pero que sería mejor si realmente desarrollaran proveeduría local y la fabricación fuera completa. Lo dijo en una época en la que BYD y MG estaban hablando de construir sus fábricas en el país y la primera ya “se rajó”, o al menos pospuso sin fecha el hacerlo.
Hoy en día, los vehículos chinos representan más de 20% de las ventas totales de autos nuevos en el país, incluyendo las importaciones de marcas no chinas como General Motors, Ford, Stellantis o Kia, por ejemplo. Si añadimos las marcas chinas que no reportan al INEGI, como BYD, Geely y otras, esos números se acercan al 30% del total, lo que significa que más de 400 mil vehículos chinos se venden en México por año, hoy en día.
La afectación de esos posibles aranceles, dependerá del porcentaje de impuestos que se determine. Hoy, los autos chinos pagan 20% de impuestos para venderse en México. Si el impuesto adicional es de 10%, cálculos hechos por sitios de inteligencia artificial estiman que los precios de los vehículos podrían subir cerca de 8% y esto representaría cerca de 10 mil autos menos vendidos al año. Si el impuesto fuera de 30%, el aumento de precio podría ser de 25.5%, implicando 41 mil ventas a menos y la pérdida de 1,400 empleos. En caso de 80% de arancel, el costo subiría 72%, se venderían 72 mil autos menos y se perderían 4,800 empleos. ¿Será?
Amortiguadores
Particularmente creo que un arancel entre 10 y 20%, sería absorbido por los chinos, que necesitan con urgencia deshacerse de su sobre inventario de autos. Más que esto, entonces veríamos incrementos importantes.
El aumento de precios en importaciones chinas produciría de manera inicial no solo aumento de precio, sino también pérdida de empleos y escasez de productos. Marcas chinas de bajos volúmenes de ventas serían las más afectadas y podrían considerar la opción de salir del país. Las más sólidas, como BYD, MG, Chirey y Geely, probablemente no sufran tanto. Habría una reconfiguración de la red de distribuidores, que cerrarían agencias o las cambiarían por otras marcas.
En el mediano plazo, México necesitaría fortalecer su competitividad interna, mejorando su infraestructura, producción de energía y mejor distribución y aprovechamiento del agua, lo que es excelente, pero costoso. Esa mayor competitividad podría finalmente convencer a marcas chinas como BYD o GWM, que acaban de abrir fábricas en Brasil, a invertir más en México, pero ahí entra otro problema y uno muy grave: a Estados Unidos esto no le parecía nada interesante, porque ellos consideran que los chinos quieren usar el acuerdo comercial de México con Estados Unidos y Canadá, para invadir a esos países con sus autos, pagando poco o nulo arancel, al ser producidos en la región.
Tradicionalmente México ha sido socio del vecino del norte. Su industria automotriz se ha diseñado primordialmente para satisfacer el apetito estadounidense, tanto que cerca de 80% de lo que fabricamos va para allá. Si por un lado es interesante evitar esa dependencia excesiva, por otro esto resultaría un proceso muy largo y muy caro, por lo que habrá que pensar muy bien hacia dónde queremos exportar, si no es a América del Norte. A China es casi imposible, porque no lo necesitan ni podemos competir en precio. A Europa es difícil competir con calidad, aunque hay excepciones. A Japón y Corea, necesitamos autos que les hagan sentido a ellos.
Sí, poner a aranceles a los chinos suena bonito, se escucha como que se quiere proteger a la industria nacional, pero si no se hace con precisión quirúrgica, puede que el daño al paciente sea mayor que el beneficio logrado por la cirugía.
Dejar una respuesta