Sergio Oliveira
Para muchos, alguien con 60 años de edad está en el final de su vida. Incluso hay quienes, al cumplir ese número, empiezan a declinar física y mentalmente. No Jim Farley. Cuando llegó a su sexta década de vida, el Jefe Ejecutivo de Ford Motor Company se transformó en piloto profesional de carreras y hace una semana fui yo testigo de una victoria suya, en el difícil y técnico circuito de Laguna Seca, en el norte de California, manejando un Cobra de 1966, solo cuatro años más joven que él. Farley está en la mejor etapa de su vida. Lo sabe, lo disfruta y se siente. Él también sabe el tamaño del reto que tiene por delante, mucho más complicado que la pista de la cual salió victorioso: llevar a Ford a ser competitiva frente al más duro de los rivales que hoy tienen todas las marcas occidentales: los chinos.
La temperatura en Carmel era de 18 grados a las 7 de la tarde de un viernes, en uno restaurante italiano ubicado en el centro de la pequeña ciudad que tiene en Clint Eastwood su habitante más famoso, que incluso ya fue su alcalde. En la planta superior, varios medios de comunicación escuchábamos a Farley platicar sobre el lugar pero la charla inevitable, sobre autos y la industria, no tardaría en llegar. Terminando su pequeña plática, nos miró y dijo: ¿Preguntas? A los pocos segundos de hesitación general, insistió: ¿Tienen al CEO de Ford adelante de ustedes y no van a preguntar nada?. “No se diga más”, pensé. Y empecé por preguntarle qué auto manejaría al día siguiente. La sonrisa se abrió inmediatamente y yo comencé a tener una de las más agradables y largas pláticas que he tenido con un CEO global en toda mi vida. Y pensé que alguien que maneja, profesionalmente, un Cobra 1966, tiene que disfrutar los instrumentos análogos, aún cuando la nueva Lincoln Navigator, presentada un día antes, se mostraba más digital que nunca. Y sí, a él le encanta lo análogo, pero entiende que el mercado vive otro momento, no solo porque lo digital está en la mente del consumidor, también porque controlar los costos es fundamental cuando hay enemigos tan duros allá afuera.
México, Australia y China
Por supuesto que sigue los demás mercados. Sabe que en México más de 20% de los autos vendidos son hechos en China y piensa que esto puede ser el inicio del fin de la industria automotriz mexicana, al igual que está pasando en Australia, pero también está consciente de que, si los responsables por esto en México saben que esto puede pasar, no les importa mucho.
Claro, hay que entender que Farley defiende una empresa estadounidense. Y no cualquiera, sino la que puso el mundo sobre ruedas con Henry Ford. Está bajo su mando una marca que en 2025 cumplirá 100 años en México y no quiere abandonar ese legado como tuvo que dejar a Brasil, debido a que, según él, no tenían cómo competir contra plataformas con 20 años de existencia usadas por los coreanos, mientras Ford usaba las europeas.
También reconoció que Lincoln se mantiene hoy gracias a las ventas que tiene en el mercado chino y dijo, ante pregunta directa, que le toca a él hacer que los jóvenes de edad y espíritu se enamoren de la marca, y que está trabajando en esto.
Farley no tiene miedo de reconocer errores. Ni los suyos ni los de la empresa bajo su mando algo que, en ocasiones, es lo mismo. Sabe que se equivocaron al apostar fuerte por los eléctricos de alta gama, principalmente al mirar el comportamiento y los precios de Tesla en 2022. Está totalmente consciente de que necesitan encontrar la forma de combatir a los chinos en los eléctricos de bajo costo y no cree en ellos cuando dicen que las fábricas que construirán en México, serán solo para el mercado mexicano. Los chinos, lo sabe, van a estar en Estados Unidos, solo no se conoce cuándo.
Tal vez todavía no se pueda ver mucho de sus cuatro años al frente de Ford, pero no hay que olvidar que tres de ellos fueron durante la pandemia. Farley me dejó con la sensación de que es y se siente simplemente un ser humano y no un semidiós, como algunos otros ejecutivos, pero uno capaz de aprender de sus errores y manejarlos como hace con su Cobra 1966 y llevarlo hacia la victoria.
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