La escasez de autos vuelve a ser amenaza
Tal y como pasó en el inicio de la pandemia, los microprocesadores pueden hacer que los vehículos se vuelven más escasos y, por lo tanto, más caros. La crisis de la empresa holandesa Nexperia ha expuesto gravemente cómo la política internacional puede desordenar cadenas de suministro tecnológicas vitales. La situación es muy grave.
Nexperia es un fabricante de semiconductores con sede formal en Europa, pero con grandes instalaciones y vínculos de sociedad en China, y en las últimas semanas se ha visto envuelta en un enfrentamiento entre autoridades holandesas y controles de Beijing, que ha derivado en restricciones a la exportación y en confusión operativa. Medidas adoptadas por las autoridades holandesas afectaron el control de la compañía y la respuesta de las autoridades chinas fue limitar la salida de determinados microchips desde plantas ubicadas en China.
Ese bloqueo parcial de suministros ha incidido directamente en el sector automotriz, un gran consumidor de los productos de Nexperia. Asociaciones del sector y grupos de fabricantes han advertido que la interrupción podría rápidamente afectar la producción de automóviles en Europa, Estados Unidos y otras regiones si no se restablece el flujo de componentes.
En la práctica, la crisis se traduce en tres tipos de impacto sobre la industria: operativo, financiero y estratégico. En el plano operativo, algunas factorías han recibido comunicaciones de Nexperia en las que se indica que ciertos envíos no pueden ser garantizados, lo que obliga a las plantas a priorizar modelos o a planificar paros temporales en líneas concretas; han recibido comunicaciones de Nexperia en las que se indica que ciertos envíos no pueden ser garantizados. Eso significa demoras en entregas a concesionarios y consumidores, Bien como riesgos logísticos complejos, porque sustituir un componente crítico no suele ser inmediato ni barato.
En el plano financiero, la incertidumbre de suministro impulsa primas por apuro logístico, pagos adelantados a distribuidores y mayores costes de almacenamiento; todo ello presiona márgenes ya ajustados tanto en fabricantes OEM como en empresas del Tier 1 y Tier 2. En el plano estratégico, la discusión empuja a las empresas a revaluar su dependencia de proveedores concentrados y a acelerar planes de diversificación y de “nearshoring” o reshoring de producción, para reducir la exposición futura a shocks similares.
La participación de capitales y gestión ligada a China es explicativa y complica el asunto: aunque Nexperia figura como entidad con domicilio europeo, su propiedad y operaciones en Asia significan que decisiones regulatorias de ambos lados pueden chocar. Ese entrelazamiento ha generado desconfianza política en los países consumidores y ha puesto sobre la mesa preguntas sobre control tecnológico, seguridad de la cadena y soberanía industrial. Además, la tensión pone de manifiesto la fragilidad de un modelo global que privilegia la eficiencia de costes por encima de la resiliencia frente a shocks geopolíticos.
Riesgo para México
El efecto sobre el abasto y los precios de automóviles podrá notarse más temprano que tarde en mercados integrados como México. La industria automotriz mexicana participa intensamente en cadenas regionales y globales: muchas plantas ensamblan vehículos con módulos electrónicos que contienen semiconductores fabricados en Asia o Europa. Si Nexperia recorta envíos, los ensambladores mexicanos podrían enfrentar retrasos en módulos electrónicos que gestionan funciones de motor, transmisión, climatización y control de baterías; eso puede traducirse en paros temporales, reprogramaciones de producción o en aceptar piezas alternativas a mayor coste. Esos sobrecostos suelen trasladarse, al menos parcialmente, a precios finales o a márgenes menores para fabricantes y distribuidores, y pueden afectar la competitividad de modelos ensamblados en México frente a otras regiones.
A corto plazo, la solución más plausible es diplomática: negociaciones entre autoridades holandesas y chinas, posibles exenciones de control de exportaciones y acuerdos temporales para reanudar suministros. Nexperia ha declarado públicamente que trabaja con las autoridades para mitigar el impacto y busca permisos para permitir envíos desde sus plantas, mientras los fabricantes automotrices reordenan inventarios y exploran fuentes alternativas; negociaciones entre autoridades neerlandesas y chinas, posibles exenciones de control de exportaciones y acuerdos temporales para reanudar suministros.
Si las tensiones se mantienen a mediano y largo plazo, las consecuencias serán más estructurales: fragmentación de cadenas de suministro, mayor inversión en producción local o regional, incremento de costes de capital y presiones inflacionarias sobre componentes electrónicos. Para México y otros países fabricantes, la lección es clara: diversificar proveedores, fortalecer capacidades locales de suministro de semiconductores y diseñar políticas públicas que equilibren la seguridad nacional con la estabilidad de la cadena productiva.





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