Sergio Oliveira
La clave en ambas victorias de Donald Trump para la presidencia de Estados Unidos, ha sido el discurso radical. También fue la clave de su derrota para Biden hace cuatro años. En su primer término en la Casa Blanca, radicalizó el discurso en algunos frentes y lo suavizó después. Sobre México, prometió que se construiría un muro en la frontera y que México pagaría por él. Hoy, ocho años más tarde, no hay muro y probablemente no se retome su construcción, pero el discurso antiinmigración continúa, en lo que puede ser una de las consecuencias negativas de su regreso a la silla del poder, pero también hay algunas que pueden ser muy positivas y me refiero también a la industria automotriz.
Lo primero que la industria en general vislumbra es que los vehículos eléctricos van a perder fuerza con Trump, con la que no estoy totalmente de acuerdo. Sí, es muy probable que los plazos para que las marcas electrifiquen su gama de vehículos se amplíe. También es posible que el incentivo para que se compren autos eléctricos en EUA disminuya o desaparezca. Pero para Tesla, por ejemplo, cuando Elon Musk fue tal vez el mayor promotor de Trump en la campaña y uno de sus principales donadores, no creo que le vaya a ir mal.
Como tampoco le irá mal a las otras empresas estadounidenses, principalmente GM y Ford, que ya se habían dado cuenta de que el mercado no quiere autos eléctricos y han bajado su ritmo de producción de ellos. Stellantis, que va más atrás en este aspecto, también gana con una demora, al igual que Toyota, Mazda y Nissan.
Pero está el tema de los aranceles, la gran arma de Trump, con la que él cree que ganará todas las guerras. Contra México amenazó que si no se baja la producción de fentanilo y su envío a EUA, puede poner un arancel de 25% en todos los productos importados de nuestro país. Si eso sería muy complicado en términos de mercado, tal vez fuera una ayuda cuando hablamos de seguridad. Y a la economía mexicana le vendría muy bien que hubiera mayor seguridad.
¿Y los chinos?
Muchas marcas chinas ya han dicho que quieren poner una planta en México: Foton, BYD, MG, entre otras. Ninguna ha dicho cuándo, dónde ni qué tipo de fábrica pretende instalar aquí. La única existente es JAC, que es una ensambladora, es decir, recibe las partes hechas de China, las arma y vende el auto terminado.
También han insistido esas marcas que no les interesa el mercado estadounidense, solo el mexicano. Esto es como decir que prefieren hacer negocios con alguien pobre y con poca capacidad de compra, en lugar de hacerlo con alguien con mucho más dinero. Es decir, nadie les cree. Pero si quieren exportar de aquí a EUA, necesitan cumplir la regla de 75% de contenido regional y con una planta de ensamble, eso no será posible. La otra es que los chinos decidan mejor poner una planta en EUA y Trump ya dijo que si quieren su mercado, tendrán que hacerlo. Esto también puede ser benéfico para México, porque muchos proveedores locales serían necesarios y el producto final sería importado de la misma región. Lo que no sabemos es si los chinos lograrían mantener sus bajos costos fabricando lejos de su país.
Sin embargo, si Trump decide poner aranceles sobre los vehículos producidos en México y Canadá, esto podría transformarse en una verdadera catástrofe para el país, puesto que cerca de 80% de los autos fabricados aquí son exportados a EUA. También es posible que haya una respuesta similar del gobierno mexicano, tasando vehículos que vengan del vecino del norte y esto aumentaría mucho los ya elevados precios de los autos, sin hablar del debilitamiento de la industria local, pérdida de empleos, etcétera.
Como ser candidato es muy distinto a ser presidente, esperemos que las acciones de Trump sean menos radicales que sus discursos de campaña y que él llegue a entender que la sociedad con México es demasiado importante como para romperla por un desplante nacionalista, o para mandar un mensaje a China. La inflación en consecuencia de una cerrazón del comercio con nuestro país no es algo que él quiera para Estados Unidos, pero este sentido común no es algo que se vea con frecuencia en el ex y ahora futuro presidente de los Estados Unidos.
Lo único seguro en este momento, es la incertidumbre.
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