Sergio Oliveira
Un par de semanas en Asia te hace reflexionar sobre muchas cosas: educación, tradiciones, cultura y desarrollo. Tanto en Japón como en China esas cosas se perciben, con diferencias marcadas entre ambos pero que nos muestran que tenemos, como latinoamericanos, mucho, pero mucho que recoger aún. Desde el punto de vista de los autos, las diferencias también se perciben.
Comenzamos en Japón, donde pudimos visitar la pista de pruebas de Nissan, en Yokohama. Ahí manejamos el “kei car” — esos mini autos nipones, creados después de la Segunda Guerra Mundial— Sakura, que ahora es eléctrico, poniéndose más acorde a los tiempos actuales. También pudimos conducir la Qashqai híbrida, un modelo muy pensado para Europa que, de salir las cuentas, sería muy exitoso en México, pero es complicado competir vs los chinos en estos rubros. Pero lo más divertido fue realmente manejar el Z y el GT-R. El primero un cupé más tradicional, que mantuvo su plataforma con algunos refuerzos y continuó como un auto que es capaz de sacarnos un sonrisa en pocos metros, de semáforo a semáforo, hasta sin romper las reglas de tránsito. El mucho más capaz GT-R es obviamente superior, pero en las limitaciones que nos fueron impuestas en la pista, no se podía más que sentir su increíble aplomo, su magnífica capacidad de aceleración y escuchar la música que sale del V6 bi-turbo de 3.8 litros y 550 HP de potencia. Denle más espacio y esa bestia se vuelve digna del apodo Godzilla que se ha hecho famoso en todo el mundo. Para la vida diaria es tal vez demasiado.
Todos son autos con buen tiempo en el mercado, conocidos por su fiabilidad, facilidad de convivencia y, consecuentemente, por su buen valor de reventa. Para los japoneses, hacer las cosas bien siempre ha sido más importante que hacerlas rápido. Esto no ha cambiado, pero tiene que cambiar. Y el mismo CEO de Nissan, el mexicano Iván Espinosa, nos lo dijo que lo que se hacía en 54 meses ahora deberá hacerse en 37 meses. Hay que hacer más eficientes los tiempos.
La velocidad china
Llovía con intensidad en Zhengzhou cuando nos fuimos a las pistas de prueba de BYD. Muchos pensamos que esto echaría a perder el día, pero resultó lo opuesto. Y fuimos de menos a más.
El primer auto que condujimos fue un sedán Seal 6 DMi. Era un circuito hecho por conos, con curvas muy cerradas y parecía que nos iríamos llevar a varios conos al panteón por el subviraje, pero no fue así. El auto se mostró mucho más estable de lo que yo hubiera esperado y pilotos más expertos que yo lograron tiempos sobresalientes.
Luego vendría lo mejor. El gigantesco SUV U8, de la marca de ultra lujo de BYD llamada Yangwang. Diseñado con la idea de que las personas ya no se mueran cuando una inundación los agarre desprevenidos, el U8 es capaz de circular sobre el agua durante al menos media hora, en la que se puede usar el acelerador y la dirección como en cualquier auto. Para demostrarlo la marca tiene una especie de alberca en la que entramos al coche y sentimos esa rara sensación de “nos vamos a ahogar”, pero no pasa nada. Cuando la profundidad es mayor a un metro, las ventanas se cierran automáticamente y se abre el quemacocos, para que los ocupantes puedan escapar, si es el caso, ya que nada impide que las ruedas se atasquen en el lodo, por ejemplo. Pero ganar mínimo media hora puede ser la diferencia entre vivir o no. Aún es un auto caro, cuyo precio en México ronda los 4 millones de pesos, pero toda tecnología comienza con alto costo.
La cereza del pastel fue conducir el U9, el auto que sirvió de base para que Yangwang lograra el récord mundial de 496.22 kilómetros por hora. Claro, era la versión base, con “solo” cerca de 1,300 HP. La aceleración es obviamente brutal, pero lo más impresionante son los frenos, tan sensibles que es difícil modularlos fuera de la pista. Con pista mojada fue un deleite manejarlo, en seco, no quiero imaginar.
Para la gran mayoría de las personas, aún es más recomendable comprar un auto hecho en Japón, pero el atrevimiento tecnológico hoy está en China y esto es lo que más conquista nuevos clientes. Eventualmente los chinos se perfeccionarán o los demás volverán a invertir en nuevas tecnologías. Quien ganará seremos nosotros. Hoy, tu sabrás si eliges atrevimiento o fiabilidad.





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