Un paseo en el más prestigioso premio a los autos antiguos del mundo
Se llama la Semana del Automóvil de Monterey, en California. En ningún otro lugar se juntan tantos autos de elevado valor como ahí. Son innumerables los Porsche, Ferrari, Bentley, Rolls Royce, Bugatti, Lamborghini, Pagani, entre otros, que casi se hace más difícil ver un Honda Accord que uno de esos exóticos, cuyo precio puede rebasar varios millones de dólares.
Carmel by the beach es un muy tranquilo condado ubicado al sur de Monterrey y a cerca de 15 minutos de Pebble Beach. Las casas son chicas y no tienen número. Cualquier envío debe ser recolectado en un centro de administración. No tienen alumbrado público, ni banquetas. Pero ni ellos pueden evitar el bullicio de su centro, ni el ruido de los motores de los hyper autos que, normalmente guardados por sus dueños, encuentran el pretexto para salir y dejarse ver.
El cielo puede ir de un azul prístino a la niebla más densa en pocos minutos y la temperatura difícilmente rebasa los 20 grados celsius en la tercera semana de agosto, cuando se lleva a cabo la serie de eventos. Son tres los más importantes: el Quail se realiza el viernes, en un campo abierto, donde las marcas más exclusivas muestran sus autos a multimillonarios que buscan un juguete nuevo, o tal vez su tercera esposa, mientras mujeres guapísimas pelean por ser esa tercera esposa.
Lo exclusivo se vuelve mundano
Al lado de un Pagani Utopia roadster, de un Bugatti Tourbillon o de cualquiera de los Koenigsegg, el concepto de Acura, llamado Performance EV Concept, el Cadillac Opulent Velocity o la nueva Lincoln Navigator, se vuelven actores de reparto, al igual que el Porsche 911 de 50 aniversario.
El sábado el centro de las atenciones se traslada al circuito de Laguna Seca, donde se celebran carreras de varias categorías distintas, entre ellas una en la que el CEO de Ford Motor Company, Jim Farley, ganó al mando de un Cobra negro de 1966, con el número 96, que usó el mismo Carrol Shelby.
Domingo es el pináculo de la semana. Muchos se trasladan a la entrada del campo de golf de Pebble Beach antes mismo que el sol salga, aún bostezando, a iluminar la llegada de los autos. Ahí vemos novedades estacionadas como el Mercedes SL Maybach, el Lamborghini Temerario, el concepto Nilu, un hermoso hyperauto de color blanco o una menos agraciada pero rápida guayín M5, de BMW.
En el hoyo 18 de ese campo están los 80 autos que participan en la exhibición que premió con 3.6 millones de dólares un Bugatti Type 59 de 1934, en lo que marcó la primera vez en la que un auto de la categoría de los “preservados”, es decir, no restaurados, se llevó el premio mayor.
Es un lugar donde se respira gasolina y dinero. No necesariamente en ese orden. Es también un lugar donde ver reliquias como el Packard 2-38 de 1915, que perteneció a Carl G. Fisher, quien hizo la primera autopista de costa a costa en EUA, de Nueva York a San Francisco.
En Pebble Beach, lo extraordinario se vuelve común durante una semana a cada año y es un lugar que todo amante de los autos debe ir, al menos una vez en su vida.
Sergio Oliveira/Carmel, California
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