Sergio Oliveira
Hace unos días vendí el auto que más disfruté tener en mi vida, un Mercedes-Benz SLK 2006. Ya estaba en muy buen estado cuando lo compré hace dos años, pero le puse mucho cariño. Renové todos los líquidos, cambié los neumáticos por que los suyos ya tenían 12 años de uso, pese a que estaban aún bien. Busqué en eBay partes que el fabricante ya no ofrecía, como la alarma (sin ella, por uno de esos misterios de la ingeniería, no era posible abrir y cerrar el auto con control remoto a menos que pegáramos la llave en la manija) y el botón de ajuste del asiento del piloto, con sus memorias. Fueron muchas más cosas, pero sería aburrido describir todas. Sin embargo, otras necesidades me obligaron a venderlo, lo que no hubiera hecho si tuviera una cochera en la que cupiera al menos un auto más. El tema es: ¿Qué tan mayor debería ser esa cochera? ¿Cuántos autos son necesarios para satisfacer a un amante de los coches?
La respuesta depende de a quién preguntes. El estadounidense Jay Leno, por ejemplo, es un apasionado por los autos. Se dice que tiene 180 en su colección, casi el mismo número de motos también. Hay quienes diga que posee mucho más que esto. No lo sé, pero estoy casi seguro que para él no son suficientes. Siempre habrá aquél modelo especial que no ha podido encontrar.
Hay coleccionistas mexicanos muy importantes entre los que seguramente se destaca “Don Huayra”, quien se dice que es el empresario Carlos Peralta Quintero. No se sabe cuántos autos en realidad tiene, pero hay varios impresionantes entre ellos, de marcas como Bugatti y, por supuesto, uno de los 100 Pagani Huayra fabricados.
En un plan menos imponente, mi amigo Héctor de Losada, mejor conocido en redes sociales como Franky Mostro, no revela a nadie cuántos autos tiene, pero son muchos y seguramente la mayoría muscle cars estadounidenses, modificados por él y también por su papá, cuando aún estaba entre nosotros.
Otro buen amigo, el español Juan Manuel García Rubio, tiene en Madrid varios autos, ninguno de superlujo, solo coches que en algún momento fueron parte del pasaje urbano, entre ellos un Vocho mexicano.
Las cocheras
Juanma, como lo conocemos, guarda sus autos donde puede. Unos en la calle incluso. Les puedo asegurar que los ama por igual y buena parte de su tiempo lo dedica a que no se queden mucho tiempo sin rodar, o al menos sin prender. Unos están esperando cumplir 30 años de edad para lograr su placa de auto antiguo y así poder circular en Madrid.
Yo no podría hacer esto. Ninguno de los casos mencionados arriba coincide con mi situación. Ni tengo el dinero de Jay Leno o Don Huayra para tener bodegas para guardar autos, con todo y el personal encargado de mantenerlos en buen estado, ni una casa del tamaño de la de Franky, aún menos el espíritu relajado de Juanma. No podría yo dormir sabiendo que un auto mío está en una pensión en un estacionamiento, mucho menos en la calle.
Siempre le he dicho a mi esposa que lo ideal sería tener una cochera con 50 autos, de preferencia al menos uno de cada tipo: un coupé, un roadster, un sedán, miniván, SUV, pickups, 4X4, etcétera. Pero lo más probable es que, si los tuviera, seguiría pensando que no eran suficientes.
Hoy, desafortunadamente, descubrí que necesito más tiempo, dinero y paz mental de lo que tengo para mantener un coche como el SLK. No porque el costo de sus partes sea extremadamente elevado, sino porque el estrés que me representaba cuidarlo, incluso manejarlo a veces, era más alto de lo que me parece saludable. Un choque en ese auto, implicaría tal vez buscar partes de reposición que ya no existen. Vaya, una simple piedra en el parabrisas me produciría más gasto y nerviosismo de lo recomendable.
Disfruté mucho tenerlo. Me encantaba conducir un coche de una época en la que, en mi opinión, Mercedes hacia autos mejores que hoy. Cada parte que encontré fue como darle un regalo, chiquearlo. Pero ahora que necesito otro auto, dejarlo en una pensión sería usarlo aún menos de lo que hacía. No me parece justo. Un buen coche merece ser disfrutado y estoy seguro que su nuevo dueño lo hará.
Un auto para los hombres es como un zapato para las mujeres: uno no es suficiente. ¿Y tu, cuántos coches te gustaría tener?
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